jueves, 10 de octubre de 2013

La cámara lucida, Roland Barthes.



En el libro, La cámara lucida escrito por Roland Barthes, nos encontramos una serie de crónicas y anécdotas, en su mayoría de eventos acompañados con imágenes, que provocaron que el autor se cuestionara y comenzara esta lucha por lograr describir y nombrar aquellos rasgos que hacen de la imagen más que un simple objeto.

El autor nos otorga dos maneras de ver a la fotografía completamente diferentes, de manera expresiva y de manera crítica. De hecho inicia su investigación (la cual comienza desde lo que mejor conoce, desde imágenes que está seguro que existen y que lo hacen sentir algo más al observar), ya que siente una incomodidad por estar siempre dividido entre estas dos maneras.

Su investigación inicia con la clasificación de la imagen. Nos dice que la fotografía puede ser clasificada de diferentes maneras, de manera  empírica, retorica, estética etc., pero aun así nos encontramos con un desorden increíble al relacionarla con uno mismo, a nivel de cuerpo. Ya que esta captura un momento que solo una vez será el mismo. También es un objeto que exige momentos de reflexión al entender que no habrá nunca imagen sino tenemos a alguien o algo que fotografiar. Otra manera de clasificarla seria de tres practicas, la de hacer, experimentar y  mirar.

Barthes se da a la tarea de dividir los dos procesos de la fotografía, el proceso que conlleva un orden químico y el proceso del orden físico. Aunque la fotografía sigue estando contemplada cerca de la pintura, ya que ambas siguen siendo la figuración de un objeto que tiene movilidad, el cree que los creadores de la fotografía no fueron los pintores, sino los químicos.

Nos introduce a las palabras, operator, spectator y spectrum. El operator es el fotógrafo,  el spectator somos todos los demás que observamos a la imagen y el spectrum es todo aquello que es fotografiado.

Fotografía de Lewis Hine.

Se podría decir que el spectrum aporta un show para que la imagen sea más atractiva, nos cuenta el autor como es que la pose del sujeto cambia y  se trasforma ya que inicia una angustia interna porque una imagen esta por nacer y esta tal vez no refleje en realidad la esencia del individuo. Pero ahí es donde llegamos a una de las tantas contradicciones de la imagen, ya que queremos que la imagen capte quien en realidad somos pero a su vez montamos una pose falsa. Y entra también un conflicto de apropiación de la imagen del sujeto, se cuestiona si esta pertenece al fotógrafo o al sujeto.

Uno de los planteamientos que más me llama la atención del libro es cómo es que la imagen solo lograra cambiar la muerte. Puede ser la muerte del individuo en el momento que el disparador es presionado, o puede capturar al individuo y animarlo incluso después de su muerte.

Y es que la imagen es una animación, las que en verdad nos gustan no necesitan plantear sus valores técnicos, nos hacen desear los objetos en la imagen, ellas nos animan y nosotros a ellas.

Y así es como llegamos al studium y al punctum.  El studium sucede cuando nos gusta algo ya sea de manera general o por alguna situación vivencial y en la mayoría de los casos esta codificado. El punctum  puede ser un sinónimo de entrega a la imagen, tiene como característica una fuerza de expansión que sale de la imagen para flecharte, rápida y sigilosa esperando a atacarte como una fiera, es un complemento de la imagen, que ya viene con la imagen. También puede ser considerado como una paradoja ya que puede ser algo que te agrade y te disguste al mismo tiempo. En ocasiones  el fotógrafo no elije cual es el punctum de su imagen. Como sea que este punctum se logre, existe una inmovilidad viviente que está a merced de algún detalle de la imagen.

Una imagen que llame la atención, debe de ser una imagen cuyo sujeto atraiga e invite a tocar, habitar, etc.  Ay veces en el que el punctum y el studium no se unen pero eso no significa que la imagen no sea agradable.  

Muy pocas veces sucede un choque fotográfico, momento en el cual la cámara es disparada para así fotografiar algún aspecto o momento que refleja cosas del sujeto que ni este sepa que lo tenga dentro. Así el fotógrafo buscara capturar diferentes cuestiones para hacer a la imagen más atractiva, puede ser lo raro, la proeza de estar en el lugar, el uso de la técnica y la del hallazgo.  Ya que la fotografía por lo general tiende a ser generalizada. A las imágenes que trasforman la realidad para así generar unificaciones, el autor las llama fotos urinarias.

Una de las anécdotas del autor es la experiencia que tiene al encontrarse con fotos de su madre después de su muerte. Dentro de todas las imágenes no podía encontrar una que le dijera quien era ella en verdad, en esencia y como la recordaba. Y así fue como pensó que no solo debía ver a la imagen con el gusto, debía de verla con los sentimientos de amor y de muerte.

Esto lo llevo a responder a la trivialidad y a la singularidad. Para ver a una imagen debía de observarlas con ambas voces internas.

Fotografía de William Klein.

La imagen nunca mentira cuando se trata de hablar de lo existente. Debe de ser real para poder obtener una realidad y un pasado. La pose del sujeto ayuda bastante a que esto siga, siempre atestigua que el objeto ha sido real, de que ha sido o no.

Existe otro tipo de punctum diferente al antes mencionado, este no depende de aquel detalle de la imagen que te golpea, sino de la intensidad en la que la foto refleja.

Lo que la fotografía puede reflejar del ser, el autor lo llama aire. Este da al sujeto, por no encontrar una mejor palabra, aura, sin la cual el sujeto solo sería un cuerpo estéril. Cuando se logra capturar esto, la imagen no solo te permite observarla sino que también te hará creer que te observa.

Barthes al terminar el libro plantea dos maneras de lograr que la fotografía siente cabeza, nos explica que solo existen dos maneras de lograr que esto suceda. En la primera, es necesario convertirla en arte o bien generalizarla completamente para que no existan otras imágenes con la cuales se pueda comparar su demencia.


Tal como los últimos autores leídos y las últimas platicas en clase en autor concluye estableciendo que vivimos bajo un mundo generalizado e imaginario, en el cual la imagen crea nada más que falsedad. 

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